lunes, 4 de julio de 2011

Génesis capitulo 26


GÉNESIS 26

De los cuatro patriarcas principales, Isaac fue el que vivió más tiempo ; sin embargo, solo tenemos un capítulo dedicado exclusivamente a su historia. Lo que leemos de él, en este capítulo, es tan interesante como paradójico. Textos tales como Gén 25:28 y 27:1-4 dan a entender que Isaac era un hombre un tanto débil, carente de autoridad, y ‘carnal’. Sin embargo, en Gén 26 tenemos un cuadro mucho más positivo de él, tanto que el autor de Hebreos lo presenta como un varón de fe (Heb 11:20).

1. LA MANIFESTACIÓN DE DIOS (v.1-6)

Su padre había muerto (Gén 25:7); Isaac estaba viviendo al sur de Canaán, cerca del pozo donde el Señor se manifestó a Agar (Gén 25:11); y sus hijos iban creciendo (Gén 25:27). Todo parecía estar tranquilo en la casa de Isaac (aunque había tensiones latentes entre sus hijos, como también un cierto distanciamiento entre Isaac y Rebeca). Repentinamente, pasó algo que todo ganadero en Canaán temía – dejó de llover, y la hambruna comenzó a golpear la tierra de Canaán (v.1).

a. La Hambruna en Canaán (v.1)

Dios había prometido bendecir a Abraham, y a sus descendientes; sin embargo, Isaac no estaba exento del peligro de hambruna en la tierra de Canaán. Si nos preguntamos por qué Dios permitió este tiempo de hambruna (como lo hizo en los días de Abraham), la respuesta será siempre la misma: Dios quería enseñarle a vivir por fe, dependiendo de Él constantemente. Por ende, la hambruna constituyó una prueba de fe para Isaac, para animarle a crecer en su vida espiritual y así llegar a tener, algún día, la misma fe de su padre Abraham.

NOTA: Todo creyente experimenta ciertas ‘hambrunas’ en su vida. Anhelos, alguna
necesidad personal muy profunda, que Dios no satisface. ¿Por qué lo
permite Dios? Por la misma razón. Él quiere que aprendamos a depender
de Él, y no de las cosas de esta vida.

La acción de Isaac ante esta difícil situación, fue la de levantarse, y trasladarse a la tierra de los filisteos, al sur oeste de Canaán (ver mapa bíblico) . Específicamente, fue a vivir en el territorio de Abimelec, el rey de Gerar. Sería el primer lugar a donde escogería ir, porque fue en esa región que Isaac nació, y pasó sus primeros años (ver Gén 20:1; 21:1-7).

b. La Orden de Dios (v.2-3a)

Estando en Gerar, Isaac estaba considerando ir a Egipto, donde podría asegurar el pasto para sus animales. Sin embargo, antes de salir de viaje, Dios se manifestó a Isaac (v.2a), y le ordenó tres cosas:

i. “No desciendas a Egipto” (v.2b) – seguramente Dios sabía que iba a ser peligroso para Isaac, y para su familia, ir a Egipto.

ii. “habita en la tierra que yo te diré” (v.2c) – Isaac, al igual que su padre, tuvo que aprender a obedecer la dirección de Dios, y a vivir por fe.

iii. “Habita como forastero en esta tierra” (v.3a) – en otras palabras, ‘No eches raíces en este lugar; no eres de aquí, y no te vas a quedar aquí’.

c. Las Promesas de Dios (v.3b-5)

Con esta triple orden, vinieron una serie de promesas, que alentaron tremendamente a Isaac, y eso lo identificó como el verdadero hijo y heredero espiritual de Abraham.

i. “Estaré contigo” (v.3b) - ¡Qué hermosa promesa! ¡Emanuel!

ii. “te bendeciré” (v.3c) – aunque al momento estaba experimentando hambruna, el futuro sería glorioso. Dios es fiel a Su Palabra.

iii. “a ti y a tu descendencia daré todas estas tierras” (v.3d) – la tierra de Canaán, la tierra de los filisteos, y la tierra al sur de Canaán.

iv. “confirmaré el juramento que hice a Abraham tu padre” (v.3e) – Dios hizo muchas promesas a Abraham. Las más solmenes fueron aquellas que leemos en Gén 15 y 17. Pero, la que fue acompañada por un juramento es la que leemos en Gén 22:16-18.

v. “Multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo” (v.4a) – tenía solo dos hijos, y poca esperanza de tener más. Sin embargo, Dios le prometió una descendencia tan numerosa, que sería imposible contarla.

vi. “daré a tu descendencia todas estas tierras” (v.4b) – Con esto Dios estaba indicando que no era Isaac quien heredaría esas tierras, sino sus descendientes.

vii. “y todas las naciones de la tierra serán benditas en tu simiente” (v.4c) – esta promesa ahora tiene referencia al nacimiento del Mesías, el Salvador del mundo.

Esas tremendas promesas no se dieron por causa de Isaac, sino por causa de su padre, Abraham. Dios mismo lo explica, en el v.5, “por cuanto oyó Abraham mi voz, y guardó mi precepto, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes” (ver Gén 22:18). Vemos aquí la importancia de la obediencia. ¡Isaac fue bendecido por la obediencia de su padre!

Finalmente Isaac, como consecuencia de la manifestación de Dios, se quedó en tierra de filisteos

Conclusión (v.6)

Dios cumple sus promesas en la medida de Su fidelidad, y no de las capacidades del hombre. Podemos traer bendición a nuestras generaciones siendo fieles y obedientes a Dios.

2. LA ESTADÍA EN GERAR (v.7-15)

La estadía de Isaac en Gerar fue marcada por tres sucesos, que Moisés detalla:

a. La Mentira Acerca de Rebeca (v.7-11)

Años antes, cuando Abraham había ido a vivir a esa región, mintió acerca de Sara (Gén 20:1-2). Ahora Isaac comete el mismo pecado. Cuando los hombres del lugar vieron a Rebeca, que era hermosa, y le preguntaron quién era, Isaac respondió, “Es mi hermana” (v.7). Isaac debió haber aprendido de la experiencia de su padre, y más aún si Rebeca no era realmente su hermana. La mentira de Isaac se debió al temor (v.7b); y esto apunta a una falta de fe en Dios. A pesar que Dios le prometió Su presencia (v.3), e hizo tremendas promesas de bendición, Isaac mintió. Esto muestra que su fe no era tan firme.

Cuando el rey Abimelec vio a Isaac jugando con Rebeca (v.8), se dio cuenta que era su esposa, y le increpó por aquel engaño (v.9). ¡Qué vergonzoso momento habrá sido para Isaac! Es muy triste cuando un hijo de Dios se halla en una situación semejante en la que tenga que admitir su pecado. La respuesta de Isaac resalta su egoísmo: “Porque dije: Quizá moriré por causa de ella” (v.9b). La observación que Abimelec hizo, acerca de poder haber cometido un pecado, tomando a Rebeca como mujer, era muy cierto (v.10). ¿No lo pensó Isaac?

Por lo que Abimelec dice, parece haber estado muy molesto; sin embargo, aunque podría haber sido drástico con Isaac, el rey de Gerar se mostró muy benévolo (v.11). Seguramente Dios estaba obrando en su mente y corazón, para no hacerle daño a Isaac.

b. La Prosperidad de Isaac (v.12-14a)

A pesar del mal comportamiento de Isaac, Dios lo bendijo durante su estadía en Gerar. Al fin y al cabo, al quedarse en Gerar, Isaac estaba obedeciendo a Dios (v.2-3a). Dios bendijo a Isaac de dos maneras específicas:

i. Lo Bendijo en la Siembra (v.12)

No leemos que Abraham se haya dedicado a la siembra; tampoco lo hizo Jacob. Isaac muestra una innovación interesante, y Dios lo bendijo, concediéndole tremendas cosechas – “ciento por uno”. Después de la falta con Rebeca, Isaac se habría sentido aliviado de saber que seguía contando con la bendición de Dios.

ii. Lo Bendijo en el Ganado (v.14a)

Los animales también reprodujeron en abundancia, y pronto Isaac se volvió aun más rico de lo que era antes. Los efectos de la hambruna quedaron en nada.

iii. Lo Bendijo con servidumbre (v.14a)

Aunque la RV dice que Isaac tuvo “mucha labranza”, la palabra en
hebreo significa ‘servidumbre’. En Job 1:3, la misma frase en hebreo es
traducida, “muchísimos criados”. Estos serían pastores, agricultores, y
siervos en la casa. Como consecuencia de toda esa bendición de Dios,
Isaac “se enriqueció, y fue prosperado, y se engrandeció hasta hacerse
muy poderoso” (v.13).

c. El Celo de los Filisteos (v.14b-15)

La Biblia indica que debemos ‘gozarnos con los que se gozan, y llorar con los que lloran’ (Rom 12:15), pero es mucho más fácil hacer lo segundo, que lo primero. Cuando los filisteos vieron la manera en que Isaac prosperaba, comenzaron a sentir celos: “le tuvieron envidia” (v.14b). Una de las cosas que hicieron, para tratar de hacerle daño (y frenar su creciente prosperidad), fue tapar los pozos de agua que Abraham había abierto (v.15). En esa manera procuraron afectar su ganadería, y complicarle un poco la vida. No podían atacarlo directamente, por la orden que Abimelec había dado (v.11).

3. LAS TENSIONES CON LOS FILISTEOS (v.16-23)

Abimelec, conciente de la situación, pidió a Isaac que se retirara (v.16). Sus palabras fueron elocuentes: “Apártate de nosotros, porque mucho más poderoso que nosotros te has hecho” (v.16). ¡Impresionantes palabras, del rey de Gerar! Seguramente, él mismo comenzó a sentirse incómodo ante la prosperidad de Isaac.

NOTA: Lo triste es que Abimelec y sus hombres sólo se fijaron en la prosperidad de
Isaac, sin preguntarse la causa de ella. El buen testimonio de Isaac podría
haber llevado a esas personas a buscar a Dios; pero, en vez de hacer eso, le
pidieron que se alejara de ellos, perdiendo así la oportunidad de conocer al
verdadero Dios. ¡Qué triste!

Isaac decidió retirarse, “y acampó en el valle de Gerar” (v.17). ¡No parece haberse ido muy lejos de donde estaba antes! Seguramente decidió ubicarse en esa zona porque allí estaban los pozos que Abraham había abierto. Para proveer agua para sus animales, Isaac destapó los pozos, y les dio los mismos nombres que su padre les había dado (v.18b) ¿Qué significado tuvo eso? Al parecer, les dio los mismos nombres para dar a entender que no estaba abriendo nuevos pozos (sobre los cuales, quizá, no tendría derecho), sino que estaba destapando los antiguos pozos, que le pertenecían, por ser el hijo y heredero de Abraham.

Es interesante leer que, aunque los filisteos no reclamaron por el uso de esos pozos antiguos, cuando Isaac abrió nuevos pozos (en el territorio filisteo), los filisteos sí reclamaron (v.19-21). Pero cuando Isaac se apartó un poco más, los filisteos dejaron de reñir por ello (v.22).

NOTA: Isaac era poderoso (v.16); quizá pudo haber confrontado a Abimelec. Sin
embargo, lo que optó por hacer fue retirarse. De ese modo, nos da un buen
ejemplo de sabiduría y dominio propio. ¡Isaac hizo todo lo posible para estar
en paz con sus enemigos! Y Dios lo bendijo por ello.

Lección: A veces la bendición de Dios hace que otros se sientan incómodos con
nosotros, y un tanto envidiosos. Cuando eso ocurre, debemos actuar con
sabiduría y prudencia, procurando vivir en paz con todos, y no provocar
más a la ‘carne’.

Ante esa situación, Isaac decidió retirarse aun más, y se acercó a Beerseba (v.23); ver el mapa bíblico. Quizá las lluvias habían vuelto, y sería más fácil estar en esa región, que antes.

NOTA: Dios siempre da una alternativa, cuando queremos actuar con prudencia y
rectitud.

4. LA ESTADÍA EN BEERSEBA (v.24-35)

Dios, en Su misericordia, volvió a manifestarse a Isaac, diciéndole, “no temas, porque yo estoy contigo” (v.24). Después de todas las tensiones con los filisteos, fue lindo para Isaac escuchar estas palabras confortantes.

En gratitud, Isaac edificó un altar, para adorar a Dios (v.25a). Isaac estableció su vivienda en ese lugar, y sus siervos lograron abrir otro pozo de agua (v.25b). Dios estaba supliendo todas las necesidades de Isaac, a la par que mantenía una buena comunión con él.

En ese contexto, el rey Abimelec, un amigo suyo y el capitán del ejército fueron a Isaac, (v.26). Isaac se mostró sorprendido (v.27). Las palabras de Abimelec son impresionantes, aunque quizá no del todo sinceras: “Hemos visto que Jehová está contigo” (v.28). Más adelante dijo, “tú eres ahora bendito de Jehová” (v.29). Pero si realmente hubieran visto y creído eso, ¿no habrían expresado mayor interés en conocer a ese Dios?

Lo que les motivaba en realidad, era hacer un pacto de paz con el hombre a quien habían ofendido y tratado mal (v.28-29). Y de esa manera se aseguraban de no ganarse un enemigo tan poderoso, como lo era Isaac en ese momento. Pero Isaac gentilmente les hizo un banquete (v.30). Al fin y al cabo, Abimelec lo había recibido cuando hubo hambruna en la tierra; lo menos que Isaac podía hacer ahora, era devolver la misma hospitalidad.

Cuando los filisteos se fueron (v.31), llegó la noticia del descubrimiento de otro pozo de agua (v.32). Dios estaba confirmando Su bendición sobre Isaac, y proveyendo sus necesidades en la Tierra Prometida, animándolo a quedarse en ese lugar.

Conclusión

A pesar de las bendiciones materiales y espirituales que Isaac estaba recibiendo, no todo andaba bien en su hogar. El hijo mayor, a quien Isaac más amaba, se estaba alejando de Dios, y mostrando su falta de interés en tener comunión con Dios. Esaú se casó con dos mujeres cananeas (v.34), y ellas “fueron amargura de espíritu para Isaac y para Rebeca” (v.35).

Esaú se casó a los 40 años, que fue la misma edad en que Isaac se casó con Rebeca. Uno se pregunta, ¿se habría preocupado Isaac por hallar una buena esposa para Esaú? O sería que él estaba tan ocupado con su vida en Gerar, etc., que descuidó sus responsabilidades como padre y esposo. No tuvo la misma preocupación que su padre tuvo por él, de hallar una buena esposa para Jacob, siendo él el destinado a heredar las bendiciones de Abraham (ver Gén 27:46 – 28:2).

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