martes, 5 de julio de 2011

Génesis capitulo 27




GÉNESIS 27:1-13


TEMA: “Un Engaño Planeado”


Introducción

Una de las grandes paradojas en la Biblia es la relación entre la soberanía de Dios, y la responsabilidad del hombre. Por un lado, las Escrituras indican que Dios está en control de todo lo que pasa en la tierra, y que Él hace todas las cosas conforme a Su voluntad (Efe 1:11). Sin embargo, la Biblia también enseña que el ser humano es responsable por sus acciones. La pregunta es, ¿qué pasa cuando el ser humano hace cosas que van en contra del plan de Dios? Tenemos un ejemplo de ello, en este pasaje.

En esta porción de la Biblia veremos tristemente, como los tres personajes principales, que se suponen eran personas de fe, actuaron mal: Isaac, Rebeca y Jacob. El único aparentemente ‘inocente’ en este relato es Esaú; pero aun él, en algún momento, tomó malas decisiones.

Esta es una historia repleta de lecciones espirituales, las cuales iremos explorando una por una, y así poder sacar el mayor provecho del texto sagrado.


1. LA PROPUESTA DE ISAAC (v.1-4)

Los años habían pasado, y al parecer, Isaac y su familia estaban viviendo en Beerseba (Gén 26:23). Esaú era el hijo favorito de Isaac (Gén 25:28a), y Jacob el de Rebeca (Gén 25:28b). Evidentemente, no era una familia muy unida. En ese contexto, Isaac, ya viejo y sintiendo que vivía sus últimos días, llamó a Esaú, y propuso bendecirlo formalmente. Veamos la razón de esta propuesta, y el grave error que Isaac cometió, dando lugar a un enorme problema que dividiría más a su familia.


a. La Razón de la Propuesta

No vemos que Dios le indicara a Isaac que era el tiempo de bendecir a sus hijos; entonces, ¿por qué lo hizo? ¿Qué había detrás de lo que se propuso hacer? Veamos TRES cosas:


i. Pensaba que Estaba Pronto a Morir

Es probable que Isaac ya tenía 100 años de edad (ver Gén 25:26b y 26:34). Había perdido la vista (v.1), y parece que estaba un tanto deprimido. Reconoce que aunque no sabe el día exacto de su muerte (v.2), siente que podría morir en cualquier momento.

Aquí vemos uno de los peligros de la vejez – la depresión. La vejez se torna en un problema, si es que nuestra fe ha decaído, que era evidentemente lo que había pasado con Isaac. Y cuando la depresión predomina, es muy fácil tomar decisiones equivocadas.
ii. Deseaba Bendecir a Esaú

Pensando que estaba por morir, era natural que Isaac quisiera dejar su herencia en forma de bendición patriarcal. Dado a que Esaú era el hijo mayor, y su hijo favorito, Isaac determinó darle la bendición.


iii. Pensaba que la Bendición Dependía de Él

No está claro hasta qué punto Isaac entendía que la bendición que le tocaba pasar a sus hijos (o a uno de ellos) era la bendición de Dios, en la forma de las promesas hechas por el Señor a Abraham. De todos modos, lo que queda claro en este relato es que él pensaba que podía trasmitir la bendición a Esaú cuando y cómo él quería. Consideró que bendecir a su hijo estaba en su total potestad.


b. El Error de la Propuesta

Al analizar las causas por las cuales Isaac llamó a Esaú, para bendecirlo, vemos que cometió una serie de errores muy humanos, que veremos a continuación:


i. Isaac no Estaba por Morir

A pesar de lo que sentía, Isaac no estaba a punto de morir; llegó a vivir muchos años más, y alcanzó los 180 años (Gén 35:28). Vivió todo el tiempo que Jacob estuvo en la casa de Labán (20 años), y muchos años más (ver la Nota Cronológica al fin del estudio de Génesis 35). Al decidir transmitir la bendición a Esaú en este momento, Isaac cometió un error; y lo hizo, porque se dejó llevar por lo que sentía, en un tiempo de depresión.


ii. Dios no Iba a Bendecir a Esaú

Dado a que Dios no le había dicho a qué edad iba a morir, podríamos, tal vez, excusar a Isaac, por el primer error. Pero Dios había sido bastante claro en quien serviría a quien – Jacob iba a ser mayor que Esaú (Gén 25:23); por ende, la propuesta de bendecir a Esaú fue un error mayor que el primero. Al parecer, Isaac se había olvidado de la promesa de Dios o tal vez la ignoró intencionalmente, queriendo que su hijo favorito obtenga la bendición.

En realidad, lo que Isaac propuso hacer constituyó un acto de desobediencia a Dios, pues quiso bendecir a Esaú, en contra de la voluntad de Dios.


iii. Isaac no Tenía la Autoridad para Transmitir la Bendición

Aunque se podría pensar que Isaac tenía el derecho de dar la bendición de la primogenitura a Esaú, la verdadera bendición que tenía que trasmitir no era esa, sino la bendición de las promesas de Dios hechas años atrás a su padre Abraham. Esa bendición, por su naturaleza, no estaba en su potestad el darla. Dependía enteramente de la voluntad de Dios, y no la suya.

Cuando analizamos la propuesta de Isaac, en estos versos, vemos cuan equivocado estaba. La razón de esta serie de equivocaciones radica en:

- Su estado anímico…
- Su estado espiritual…

2. EL PLAN DE REBECA (v.5-10)

Rebeca escuchó cuando Isaac llamó a Esaú, y propuso bendecirlo (v.5). ¿Fue esto una casualidad? ¿O Rebeca estaba pendiente de las acciones de Isaac porque sospechaba que él iba a hacer algo así? Al parecer, había poca comunicación entre ellos, lo cual es triste después de haber leído Gén 24:67.


a. Los Elementos del Plan

La rapidez con la que Rebeca elabora el plan que propuso a Jacob, nos indica que era una mujer bastante hábil. Ella tomó el control de la situación, y comenzó a dar órdenes a Jacob (v.8). ¿Cómo se ejecutaría el plan?


i. Preparando la comida favorita de Isaac (v.9)
ii. Enviando a Jacob con la comida para Isaac (v.10a)
iii. Engañando a Isaac para obtener la bendición (v.10b)


b. El Propósito del Plan

El propósito del plan era doble:

i. Ganar el favor de Isaac por medio de una buena comida. Obviamente, Rebeca sabía que la comida era uno de los deleites de Isaac.

ii. Engañar a Isaac (aprovechando de su mala vista), haciéndole pensar que Jacob era Esaú, para que Isaac lo bendiga (v.10b).


Al actuar así, Rebeca también cayó en la trampa de pensar que todo dependía de Isaac. Que las palabras de Isaac iban a ser decisivas en la transmisión de la bendición. Pensó que engañando, podría lograr la bendición para Jacob.

¿Cuál era el comportamiento que Dios esperaba de Rebeca?

i. Hablar con Isaac, y hacerle recordar la promesa de Dios.

ii. Confiar en Dios; pues a pesar de lo que Isaac podría hacer, el propósito de Dios se iba a cumplir.

Fue su falta de fe, y una actitud egoísta, no meditada ni mucho menos puesta en oración, la que llevó a planear engañar a su propio esposo. Podemos notar algunos paralelos entre su forma de actuar, y las de Labán, su hermano (Gén 29-30). ¿Por qué no tuvo Isaac una mayor influencia sobre la vida espiritual de Rebeca? Quizá, en parte, fue su mal testimonio de falta de fe y engaño anteriores (ver Gén 26:7).


3. LA ACTITUD DE JACOB (v.11-13)

Jacob fue la persona que pudo haber detenido todo ese engaño. Es muy probable que él sabía de la promesa de Dios; por ende, pudo haber confiado en ella y esperar con paciencia. Además, en su condición de hijo, sabía lo malo que era engañar a su padre. Lamentablemente, las acciones de Jacob estaban muy lejos de lo que Dios hubiera esperado.


a. Se limitó a ver las cosas que podrían truncar el plan, para engañar a su padre (v.11-12a).

b. Se mostró preocupado por ser descubierto (v.12b).

c. Pasó por alto lo inmoral que era lo que su madre le estaba proponiendo hacer.

Lo más terrible de todo este evento fueron las palabras de Rebeca, en el v.13. Ella estaba dispuesta a todo, con tal que su plan se lleve a cabo a favor de su hijo favorito. Esas palabras nos llevan a recordar, las de la muchedumbre en Jerusalén, cuando aceptaron que la sangre de Cristo sea sobre sus cabezas (Mat 27:25).


Conclusión

Al considerar el comportamiento de estas tres figuras principales, podemos ver también sus faltas:

Isaac, pensando que la bendición dependía solo de él, ignorando los propósitos de Dios.

Rebeca, pensando que todo dependería de sus astutos planes; y que Dios no podría encargarse de los planes de Isaac.

Jacob, solo pensando en las consecuencias de ser descubierto. La faltó respeto y amor de hijo, y la faltó tener mayor fe.

Lo increíble, es que a pesar de que todos estaban actuando mal, Dios mantuvo control de todo, y al final Él obró para que Sus propósitos se cumplieran.

La historia de esta familia es muy interesante, pues en medio de todo, se cumple un principio basado en la naturaleza soberana de Dios, declarado por uno de los hijos de Jacob en Gén 50:20, y ratificado para el creyente en Rom 8:28.



GÉNESIS 27:14-40


TEMA: “El Engaño Ejecutado”


Introducción

Al leer este pasaje, estamos frente a una situación cargada de emoción y drama. Un hombre anciano que desea bendecir a su hijo predilecto; una madre que desea desesperadamente que sea su hijo favorito el bendecido por el padre; el hijo menor, que esconde sus propias aspiraciones, y se deja guiar por su madre, para perpetrar un plan que requiere engañar a su padre, aprovechando su vejez y ceguera. ¡Es una historia novelesca!

¿Cómo se ejecutó el engaño, y cuáles fueron las consecuencias de ello?


1. LA EJECUCIÓN DEL ENGAÑO (v.14-29)

El nombre, ‘Jacob’, significa ‘el que suplanta’ (Gén 25:26). Fue un nombre apropiado, porque Jacob tuvo ese carácter. Era aprovechador; siempre buscaba la oportunidad para obtener algún beneficio personal. Lo hizo, al comprar la primogenitura de Esaú (Gén 25:27-34). Y ahora aprovecha la iniciativa de su madre para engañar a su padre.

Jacob no tenía la fuerza física, ni el carácter decisivo de su hermano (Gén 25:27); pero tenía una gran sutileza, heredada de su madre. Evidentemente, Jacob quería obtener la bendición de sus antepasados. Rebeca obviamente le había contado sobre la profecía (Gén 25:23), y Jacob estaba decidido a obtener esa bendición. Él estaba decidido a obtener los derechos de Esaú, como hijo mayor.

Había dos problemas con Jacob:

i. No estaba dispuesto a confiar en Dios, dejando que Él obre, para darle la bendición.

ii. Quería la bendición para su beneficio personal. Aun no entendía que esa bendición no era para provecho personal, sino para el bien de la nación, y del mundo entero.


Incentivado por su madre, Jacob pone en marcha el plan para engañar a su padre, y ‘robar’ la bendición de Isaac. Lo hizo con mentiras:

- mintió acerca de su verdadera identidad (v.19, 24).
- mintió acerca del origen de la comida (v.20).

Lo más terrible y descarado, fue que tomó el nombre de Dios (en vano), para aumentar su mentira: “Jehová tu Dios hizo que la encontrase” (v.19). Finge espiritualidad, pero al decir, “tu Dios”, revela la verdadera naturaleza de su corazón. Jehová no era aun el Dios de Jacob; por eso Jacob mintió y engañó a su padre.

Isaac sospechaba que no todo era lo que parecía ser (v.21-22), pero al final se dejó llevar por sus sentidos (v.21, 27). ¡Qué triste! Un patriarca; el heredero de Abraham; el hijo de la promesa; la persona por quien Abraham oró por tantos años, siendo engañado, no tanto porque no veía, sino porque no discernía. Y si no discernía, es posible que no estuviera tomando en cuenta la dirección de Dios en toda su vida. El énfasis sobre los sentidos de Isaac apunta a un personaje más carnal que espiritual; de no ser así, Dios le habría indicado que Jacob lo estaba engañando. El texto bíblico confirma eso, indicando que fue el olor de la ropa, y no el Espíritu Santo, que lo ‘inspiró’ a pronunciar la bendición (v.27).

Al bendecir a su hijo, Isaac le concede no solo bendiciones materiales (v.28), sino también bendiciones espirituales (v.29). Evidentemente, lo que estaba trasmitiendo era nada menos que la bendición que Dios pronunció sobre Abraham.

¡Si hubiera bendecido a Esaú de esa manera habría sido inconcebible! De haberlo hecho, las palabras de Isaac no hubieran tenido efecto alguno. Al fin y al cabo, lo importante no eran las palabras de Isaac, sino el obrar de Dios. Dios iba a bendecir a quien Él quería bendecir, y no a la persona a quien Isaac bendecía. La promesa estaba dada; el propósito de Dios establecido (Gén 25:23). Ninguna palabra de Isaac iba a cambiar eso. Lo triste es que ni Rebeca ni Jacob entendieron esa gran verdad.

La lección principal aquí es que debemos aprender a confiar en los planes y propósitos de Dios. Debemos vivir por fe, y no por vista. Nunca debemos usar nuestras propias estrategias, para lograr algo, si Dios ha dispuesto otra cosa.


2. LAS CONSECUENCIAS DEL ENGAÑO (v.30-40)

Apenas cuando Jacob salió de la presencia de Isaac, llegó Esaú (v.30). Aquí vemos la mano de Dios, porque de haber llegado unos minutos antes, Esaú quizá hubiese matado a Jacob (al descubrir su engaño). A pesar de toda la maldad de Jacob, Dios estaba obrando para su bien. ¡Esa es la gracia de Dios!

Luego de haber preparado la comida, Esaú se acercó a su padre (v.31). Isaac se sorprendió, y preguntó quién era (v.32a). Cuando Esaú se identifica, Isaac se impresiona grandemente, pero a la vez produce una conmovedora reacción en Esaú. Veamos esas dos reacciones:


a. La Reacción de Isaac (v.33)

Primero leemos que Isaac “se estremeció…grandemente”. El texto en hebreo es muy fuerte, ‘tembló con un gran temblor, excesivamente’. ¿Por qué? Podría ser por el impacto de saberse engañado por uno de sus hijos, o porque supo que eso desataría la ira de Esaú en contra de su hermano. Pero lo más probable es que su reacción se debiera a algo mayor que esas cosas – al entendimiento que la promesa de Dios se iba a cumplir, a pesar de su intento carnal de querer prevalecer su propia voluntad. Fue la idea de haber intentado obstruir el plan de Dios, el cual era bendecir al mundo entero, por medio de uno de sus descendientes, que impactó tremendamente a Isaac.

En un momento de revelación, el Espíritu Santo hizo entender a Isaac que él no podía oponerse a la voluntad de Dios. Que a pesar de su intento, el Dios soberano supo cómo impedir sus planes egocéntricos. Ante su egoísmo, de satisfacer el deseo de bendecir a su hijo favorito, Isaac repentinamente vio el contraste con la soberanía absoluta de Dios. Y fue la presencia de Dios, que conmovió y causó el temblor en su cuerpo, mente y espíritu.

El temor ante esa presencia hace que diga a continuación: “Yo le bendije, y será bendito”. Podemos pensar que hubo una pausa entre esas dos frases. Primero reconoció lo que había hecho: “Yo le bendije”; como diciendo, ‘te iba a bendecir, Esaú; esa era mi intención, carnal y egocéntrica. Pero Dios ha obrado, y ahora Jacob “será bendito”’. Con esas palabras, Isaac pone el sello sobre la bendición de Dios. Se da cuenta que las cosas nunca estuvieron en sus manos, sino en las de Dios; y que Dios haría prevalecer Su voluntad, sobre la suya. En un acto de fe, Isaac no se enoja ni reclama, sino que acepta eso, sometiéndose a la voluntad de Dios. Por eso el autor de Hebreos hace referencia a este relato, y dice, “Por la fe bendijo Isaac a Jacob” (Heb 11:20).


b. La Reacción de Esaú (v.34)

Aquí tenemos un grito conmovedor, lleno de angustia; quizá el grito más conmovedor de todo el Antiguo Testamento: “Bendíceme también a mí, padre mío’ (palabras que se repiten en el v.38). Eran palabras amargas, pero no espirituales. Aunque pareciera que Esaú valoraba la bendición de Dios, eso no era del todo cierto. Ya hemos leído el comentario de Moisés, en Gén 25:34, “Así menospreció Esaú su primogenitura”. Lo que Esaú estaba lamentando, no era la pérdida de las bendiciones de Dios, sino la pérdida de algo mucho más superficial – sus propias expectativas limitadas.

Eso lo comprobamos al ver el desenlace de la historia. Esaú insiste a Isaac que le conceda por lo menos una bendición, aunque sea pequeña (v.38). También se quejó de Jacob (v.36). Pero lo que NO hizo fue reconocer su propia culpabilidad, y arrepentirse por haber vendido la primogenitura, teniéndola así en poco. Ahora llora por haber perdido algo tan valioso, que vendió tiempo atrás. Y no hay indicio alguno de que Esaú se haya arrepentido de todo corazón. Quizá si lo hubiera hecho, Dios podría haberle reservado alguna bendición; pero no lo hizo. Simplemente culpó de todo a Jacob, y se justificó de todo lo acontecido (Heb 12:17).


Conclusión

El pasaje termina con Isaac pronunciando una bendición sobre Esaú; pero una bendición muy limitada (v.39-40). Lo importante es que esta bendición sí encajaba con los propósitos de Dios, expresados en Gén 25:23. Finalmente Isaac comprendió que no es posible ir en contra de los propósitos de Dios.

2 comentarios:

  1. Bendiciones para tu vida,,, que el señor continúe usándote para dar estos mensajes que permiten meditar en la palabra de Dios...

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  2. Está enseñanza es buena y nos enseña que nosotros debemos someternos a la voluntad de Dios.

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