viernes, 8 de julio de 2011

Génesis capitulo 31


GÉNESIS 31:17-55

TEMA: “La Huida de Jacob”

Introducción

Teniendo el apoyo de sus esposas (v.14-16), Jacob tomó la decisión de huir de la casa de Labán, para volver a Canaán. En lugar de confiar en Dios, Jacob actuó con astucia, aprovechando la ausencia de Labán para escapar. Eso dio lugar a dos grandes problemas: provocó la ira de Labán, y propició una situación en la cual Raquel robó los dioses de su padre. Ambas cosas fueron muy peligrosas para Jacob y sus hijos, y Dios tuvo que intervenir para proteger la vida de Su siervo.

Veamos el pasaje en mayor detalle:

1. JACOB HUYE DE LABÁN (v.17-21)

Jacob estaba en el campo (ver v.4), con sus ovejas. Al tomar la decisión de irse, colocó a sus esposas e hijos sobre camellos (v.17), y se fue con todo lo que tenía (v.18). Su meta era “volverse a Isaac su padre en la tierra de Canaán” (v.18b).

El relato bíblico destaca dos detalles:

a. Al huir, Jacob “engañó a Labán arameo, no haciéndole saber que se iba” (v.20). Dado al trato de Labán, su acción es comprensible. Sin embargo, esta forma de irse a escondidas, sin decir nada, causó una gran molestia a Labán (ver v.26-30). El reclamo que Labán hizo posteriormente, nos indica ello (v.27).

Esa acción casi le causa la muerte a Jacob. ¿No entendía que era algo peligroso? Entonces, ¿por qué lo hizo? En verdad, la acción de Jacob fue totalmente innecesaria; fue el resultado de una falta de fe y confianza en Dios. Afirmamos eso por las siguientes razones:

i. Dios había prometido hacerlo volver en paz a la tierra de Canaán (Gén 28:15).
ii. Dios le había cuidado de muchas de las trampas de Labán (Gén 31:7-9).
iii. Dios le había ordenado volver a Canaán, y le había prometido estar con Él (Gén 31:3).
LECCIÓN: La falta de fe en Dios nos hace actuar imprudentemente, y trae
muchos problemas en la vida

b. Al huir en esa manera, Jacob (sin saber) propició que Raquel robara los ídolos de su padre (v.19b). Aunque Jacob había llamado a sus esposas al campo (v.4), evidentemente ese lugar no estaba cercano a la casa donde vivían. Mientras Jacob fue organizando a los animales, para la marcha (v.18), Raquel aprovechó para ir a la casa, y robar los ídolos de Labán. Esa acción se hizo factible, porque Jacob se valió de la ausencia de Labán, quien había ido a trasquilar sus ovejas (v.19a). Jacob estaba actuando con mucho cuidado, pero sin darse cuenta, una de sus esposas estaba robando.

El hurto de los ídolos nos enseña dos cosas importantes:

i. En el corazón de Raquel había idolatría. Quizá fue una mujer bonita, pero su vida espiritual estaba contaminada. Aunque a veces reconocía con su boca a Dios como el soberano (ver Gén 30:6, 8, 22-24), en realidad su corazón estaba dividido entre confiar en Dios, y confiar en los dioses paganos de su padre.

ii. Jacob no fue un buen ejemplo, ni maestro. Aunque Raquel había sido su esposa por 13 años, y la había conocido 7 años antes, Jacob no había logrado enseñarle que Jehová es el único Dios. Quizá todas las artimañas y estrategias humanas que Jacob usaba contra Labán pesó más en la mente de Raquel, que lo que él decía de vez en cuando, acerca de Jehová.

El viaje que tenía por delante era largo. Sin embargo, tuvo una ventaja de tres días (ver v.22). Jacob aprovechó esos días para cruzar el río Eufrates , y dirigirse hacia “el monte de Galaad ” (vea un mapa bíblico, para seguir la ruta de Jacob).

2. LABÁN PERSIGUE A JACOB (v.22-42)
Cuando Labán se enteró de la huida de Jacob, fue tras él (v.23). Llevó a sus “parientes” . Su deseo era quitarle a sus esposas y todo el ganado que llevaba Jacob (ver v.42); quizá aun matarlo. Como Jacob llevaba tantos animales, no fue difícil para Labán seguir su rastro Sin embargo, tardó siete días en alcanzarlo (v.23b); lo que indica que Jacob estaba viajando con bastante prisa . Labán lo alcanzó en el monte de Galaad (v.23b), y estableció su carpa frente a la de Jacob, listo para atacarlo el día siguiente (v.25).

Pero esa noche, Dios se manifestó a Labán en un sueño, y le dio una clara advertencia (v.24) . Dios estaba cuidando a Su siervo, en cumplimiento de Su palabra. Las palabras, “Y vino Dios a Labán arameo en sueños aquella noche” nos enseñan que Dios puede manifestarse aun a gente que no lo conoce. Lo triste es, que a pesar de haber recibido esa revelación, Labán no se convirtió al Dios de Israel. Para conocer a Dios se requiere una revelación interna, del Espíritu Santo.

A pesar de la advertencia divina, Labán prefirió obedecer a su enojo, y el día siguiente, se acercó a Jacob y le habló ásperamente (v.26-29a). ¿Cómo se habrá sentido Jacob, al ver a su suegro y parientes bien armados en contra suya? Lo acusó de haber secuestrado a sus hijas, llevándoselas como si fueran prisioneras de guerra, y manifestó su frustración por no haberles podido hacer una fiesta de despedida (v.27b). Le dice a Jacob, “locamente has hecho” (v.28). Afirma que podía “haceros mal”, quitándole sus animales, esposas e hijos – aun su vida (v.29a). Sin embargo, reconoce que Dios le había hablado, y que eso salvó la vida a Jacob (v.29b).

Notemos que, cuando habla de Dios, Labán lo describe como “el Dios de tu padre” (v.29a). No como su propio Dios. Él prefiere quedarse con los dioses de su padre Nacor (ver v. 53) – ¡aun cuando esos dioses, no pudieron evitar ser robados, mientras que el Dios de Jacob lo estaba protegiendo contra las amenazas de Labán! Él reclama a sus ídolos, informándole a Jacob que fueron robados (v.30).

Jacob primero explica por qué huyó secretamente (v.31); luego, niega haber robado los ídolos, haciendo una imprudente declaración: “Aquel en cuyo poder hallares tus dioses, no viva” (v.32).

NOTA: En el calor del momento, tanto Jacob como Labán dejaron de pensar con claridad. Labán debió haber considerado que siendo Jacob devoto de Jehová, y habiendo gozado de Su bendición (ver Gén 30:27), no iba a perder tiempo robando sus dioses. Por lo tanto, debió pensar que era más probable que una de sus hijas podía habérselos robado. Por otro lado, Jacob debió haber pensado que Labán no iba a inventar algo como el robo de sus ídolos; por lo tanto, que alguien de su casa podría habérselos robado. Debió preguntarse ¿Quién tuvo tiempo para hacerlo? ¿Quién pidió permiso para volver a casa, antes de huir? De haber reflexionado más, no habría hecho una declaración, que ponía en riesgo la vida de Raquel, su amada esposa.

Aunque aquel robo fue injusto, Labán estaba de alguna manera cosechando lo que ‘sembró’ con Raquel. Años antes, cuando Raquel estaba enamorada de Jacob, y Labán había prometido entregarla para que sea su esposa, la engañó entregando a Lea en lugar de Raquel. Ese proceder trajo mucho dolor a la vida de Raquel. Ahora, Labán sufre el engaño de su hija, y las consecuencias del mismo.

A pedido de Jacob, Labán empezó la búsqueda de sus ídolos, pero esta búsqueda fue infructuosa, debido a la astucia de Raquel (v.33-35). ¡Raquel estaba actuando con la misma astucia de su padre y esposo! Al no hallar los ídolos, Jacob se enoja con Labán (v.36-42), y aprovecha para recordarle a su suegro, todo el maltrato que sufrió a sus manos. Estaba confiado por la intervención de Dios, a su favor, y eso le dio suficiente fuerza para hablar a Labán en la forma en que lo hizo. Terminó reconociendo la protección y justicia de Dios en su vida (v.42). Describe a Jehová no sólo como “el Dios de mi padre” (comparar el v.29), sino como el “Dios de Abraham y temor de Isaac” (v.42a; ver v.53b). ¡Con qué reverencia habla de Dios ahora, habiendo visto la manera en que lo estaba cuidando de Labán!

3. EL PACTO ENTRE JACOB Y LABÁN (v.43-55)

Labán procura una defensa un tanto ilógica, diciendo que todo le pertenece a él (v.43). Pero finalmente sabe que no puede hacer nada a su favor; así que propone a Jacob establecer un pacto (v.44). El pacto gira alrededor de dos cosas:

(1) Que Jacob trataría bien a las hijas de Labán (v.50). Finalmente aparece un rastro de sentimiento noble, sin egoísmo en Labán, hacia sus hijas. Quizá, al pensar que no las vería más, comienza a sentir cierta nostalgia y afecto por ellas.

(2) Que ninguno de los dos cruzaría la frontera que Labán establecería entre ellos, para atacar al otro (v.52). Para dicho efecto, se erigió una piedra, que serviría para marcar la frontera.

Es interesante notar que el pacto fue ratificado en el nombre de: “el Dios de Abraham y el Dios de Nacor” (v.53). Quizá sea una referencia a los dos dioses de ambas partes; pero la forma en que Moisés (o la RV) lo presenta, hace al Dios de Abraham, también el Dios de Nacor (es decir, es el único y verdadero Dios).

Moisés una vez más habla de Jehová como el Dios “a quien temía Isaac su padre” (v.53; ver v.42a). Jacob también comienza a tener temor reverente por ese Dios, quien lo estaba cuidando tanto.

Conclusión

¿Qué podemos aprender de este pasaje?

[1] Dios es un Dios de justicia, y Él se complace defendiendo a las personas que son tratadas injustamente.

[2] Dios usa los problemas de la vida (maltratos, engaños), para hacer que nos acerquemos más a Él.

[3] Cuando somos amenazados podemos confiar que Dios nos cuidará.

[4] Dios bendice a Sus hijos, y cumple en ellos todas Sus promesas.

1 comentario:

  1. Muchas gracias por este estudio que fue claro y conciso !! Dios les bendice

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