martes, 12 de julio de 2011

Génesis capitulo 35




JACOB EN BET-EL

Habiendo escuchado la voz de Dios (Gén 35:1), Jacob respondió en obediencia, viajando a Bet-el (Gén 35:5-7). Allí Dios tenía una gran bendición para Su siervo. En este pasaje, hay tres asuntos relacionados con la bendición de Dios que debemos observar:

i. El contexto en el que Jacob recibió la bendición de Dios.
ii. El contenido de esa bendición.
iii. El resultado de experimentar la bendición de Dios.

Consideremos esos puntos en mayor detalle.



1. EL CONTEXTO DE LA BENDICIÓN DE DIOS (v.8-10)


a. Una Muerte Conmovedora (v.8)

Cuando Jacob ya estaba ubicado en Bet-el, un evento muy triste ocurrió – “murió Débora, ama de Rebeca” (v.8a). No sabemos mucho de Débora . La palabra, “ama”, traduce el término, ‘yanaq’, que significa ‘amamantar’. En Gén 24:59, ese término en hebreo se traduce, “nodriza” (ver Éx 2:7). Al parecer, Débora fue la mujer que cuidó a Rebeca cuando ella era una bebita. El hecho que estuviera viviendo ahora con Jacob, indicaría que Rebeca ya había fallecido. Obviamente, Débora murió a una edad muy avanzada; probablemente tenía más de 100 años de edad .

¿Cuál sería la relación entre Débora y Jacob? Ella evidentemente habría sido como una abuelita para Jacob. Débora vio a Jacob nacer, e indudablemente lo amaba mucho (siendo el hijo favorito de Rebeca). Fue por eso que, cuando Rebeca murió, Jacob probablemente recogió a Débora, para cuidarla en su vejez. Por lo tanto, su muerte habrá sido un momento triste en la vida de Jacob. El fallecimiento de Débora no sólo representaba la muerte de una mujer que lo amaba mucho, sino de una persona que le hacía recordar a su madre, Rebeca.

Cuando murió, Jacob sepultó a Débora “al pie de Bet-el, debajo de una encina” (v.8b). El cuidado que Jacob tuvo de enterrar bien a la nodriza de su madre, indica el gran aprecio que tenía por ella. El lugar de su entierro fue llamado, “Alón-bacut” (v.8c), que significa ‘la encina del llanto’. Ese nombre apunta a la tristeza que embargó la familia de Jacob, cuando murió Débora.

Es interesante notar que la bendición de Dios (de la que leemos en v.9b-12) se dio en el contexto de esa muerte conmovedora. La muerte de Débora marcó el fin de la generación de su madre. Jacob ya no tenía nadie con quien hablar del pasado; con quien revivir recuerdos gratos; de quien escuchar detalles de la vida de su madre y abuelos. La muerte de Débora representó una ruptura con el pasado. Fue en ese momento, que Dios bendijo a Jacob, hablando del futuro, y animándole a mirar hacia delante.

LECCIÓN: Dios sabe cuando permitir tristeza en nuestra vida, y cuando ministrar Su
bendición, para animarnos.


b. Una Revelación Alentadora (v.9)

La mayor bendición que un ser humano puede recibir de Dios es que Él, su Creador, se le manifieste. Eso fue lo que Jacob experimentó ahora. Las palabras, “Apareció otra vez Dios a Jacob”, encierran un tremendo privilegio. El Dios eterno se manifiesta ante la mirada de un hombre de carne y hueso. En nuestro peregrinaje terrenal, no puede haber mayor experiencia que esa.

La Biblia está repleta de experiencias similares – Dios manifestándose a Noé, a Abraham, a Moisés, a Josué, a David, a Isaías, a Jeremías, etc. En esos momentos, los siervos de Dios experimentaron un anticipo de la vida eterna. ¡Qué zozobra! ¡Qué impacto! ¡Qué temor! ¡Qué gozo!

Jacob no era precisamente el mejor de los creyentes del Antiguo Testamento. En el catálogo de los héroes de Israel (Heb 11), el acto de fe de Jacob vino al fin de su vida (Heb 11:21). Sin embargo, a ese ‘menor de los santos’, Dios le concedió repetidas manifestaciones de Su gloria (“Apareció otra vez Dios a Jacob”). ¡Eso es gracia!

Dios no sólo se manifestó a Jacob, sino que le habló, y le habló para bendecirle (“…y le bendijo”). Esa fue le recompensa por la obediencia de Jacob. Dios le ordenó dejar el lugar donde él quería vivir (Siquem) e ir al lugar donde Dios quería que viva (Bet-el). La obediencia de Jacob fue premiada con la bendición de Dios, y esa bendición comenzó con una nueva revelación de Dios, que cimentó la comunión íntima entre Jacob y Dios.


2. EL CONTENIDO DE LA BENDICIÓN DE DIOS (v.10-12)

Habiendo notado el contexto en el cual Dios bendijo a Jacob, veamos ahora la bendición en sí.


a. La Ratificación de Su Nombre Nuevo (v.10)

La primera expresión de la bendición de Dios fue la ratificación del cambio de nombre. El nombre que sus padres le dieron era ‘Jacob’, que significa ‘el que suplanta’ (Gén 27:36). Ese nombre representa lo que él era por naturaleza. Su característica natural, de luchar por intereses personales (con el fin de sacar ventaja sobre otros) trajo a Jacob muchos problemas. Ahora, por la bendición de Dios, Jacob recibe la ratificación de su nuevo nombre (otorgado originalmente por el Varón con quien luchó en Peniel, Gén 32:28).

Ese nombre nuevo (“Israel”) fue dado por Dios, y señala la nueva naturaleza que el Señor había producido en Jacob. ‘Israel’ significa, ‘el que lucha (o tiene poder) con Dios’. Anteriormente, había prevalecido en su lucha con los hombres (Esaú y Labán); pero esas victorias le ocasionaron muchos problemas. Ahora, Jacob ha prevalecido en su lucha con Dios (Gén 32:28); pero esa victoria le trajo una bendición eterna. Jacob recibe un nuevo nombre (ver Apo 2:17), que tendrá por toda la eternidad - ISRAEL.


b. La Ratificación de las Promesas de Dios (v.11-12)

Cuando Jacob huyó de su casa, corrido por la ira de Esaú, Dios en Su gracia se manifestó a Jacob, y expresó Su decisión de bendecirlo. En la visión que tuvo, en Bet-el, Dios le hizo grandes promesas (Gén 28:13-15). Ahora que Jacob ha vuelto a Bet-el, Dios ratifica esas promesas, añadiendo algunos detalles. Veamos las promesas que Dios le hizo en ese momento:


i. Será padre de una nación (v.11b)

La nación a la cual Dios se refiere es la nación de Israel – la nación que llevó su nombre. Esa nación se desarrolló en Egipto, y fue liberada durante el éxodo, formada como nación bajo el liderazgo de Moisés, e implantada en la Tierra Prometida bajo el liderazgo de Josué.


ii. Será padre de varias naciones (v.11b)

En primera instancia, esa promesa tiene referencia a la división del pueblo de Israel en dos naciones: Judá (el Reino del Sur) e Israel (el Reino del Norte). Pero luego del exilio, surgió otra nación – la de los Samaritanos. Ellos también consideraron a Jacob como su ‘padre’ (Juan 4:12).





iii. Será padre de reyes (v.11c)

Jacob fue el padre de varias dinastías de reyes: Saúl, David, y las diversas dinastías que surgieron a través de los años en el Reino del Norte.


iv. Su descendencia recibirá la tierra de Canaán (v.12)

Jacob había peleado por la bendición de su padre, y por los animales de Labán. Pero Jacob obtuvo la bendición de la Tierra Prometida por fe en la promesa de Dios.

Casi 4,000 años después, los hijos de ‘Israel’ aún viven en la Tierra Prometida, y existen como una nación poderosa en medio de grandes enemigos. Son odiados por muchos; admirados por otros. Pero lo que queda claro es que la bendición de Dios aun sigue sobre ellos. ¡Las promesas de Dios no han fallado! Con justa razón Dios se llama a Sí mismo, “el Dios omnipotente” (v.11a).


3. EL RESULTADO DE LA BENDICIÓN DE DIOS (v.13-15)

Cuando Dios terminó de hablar con Jacob, Su manifestación visible desapareció. Moisés lo expresa en lenguaje humano – “se fue de él Dios, del lugar donde había hablado con él” (v.13). Sin embargo, ese momento de comunión íntima con Dios impactó la vida de Jacob, y produjo ciertos efectos en él.


a. Un Nuevo Testimonio (v.14a)

Unos veinte años antes, Jacob había colocado una piedra en el mismo lugar, como señal (Gén 28:18). ¿Qué había pasado con esa piedra? Seguramente, durante los años que trascurrieron, la piedra cayó o fue cubierta de pasto. De todos modos, cuando Jacob volvió a Bet-el, ya no había rastro alguno de ese testimonio de la manifestación de Dios.

Eso simboliza lo que pasa en nuestras vidas, si descuidamos nuestra comunión íntima con Dios. El lugar u objeto, que alguna vez tuvimos como señal de nuestra experiencia con Dios, termina decaído, olvidado, cubierto de ‘pasto’. Puede ser la silla donde leíamos la Biblia, la cama donde nos arrodillábamos para orar, la Biblia que usábamos en nuestra lectura diaria, o el devocionario que leíamos para entender mejor la Palabra de Dios.

Cuando la presencia visible de Dios desapareció, Jacob “erigió una señal en el lugar donde (Dios) había hablado con él, una señal de piedra” (v.14a). Jacob quiso tener una columna de piedra, para marcar el lugar sagrado, donde Dios había hablado con él. ¿Por qué lo hizo? Por reverencia; por amor; como una señal visible, que lo animaría en los días venideros, cuando ya no gozaba la presencia visible de Dios. ¡Cuántas veces Jacob se acercaría a ese lugar, para meditar y orar! ¡Qué bueno es tener un testimonio visible de un encuentro personal con Dios! En nuestro caso puede ser un comentario escrito en la Biblia; una fecha al lado de un texto que Dios usó para hablarnos; o un marcador en un libro que fue de gran bendición para nosotros.


b. Una Nueva Adoración (v.14b)

La piedra que Jacob levantó fue el sitio donde ofreció una nueva adoración a Dios. Jehová se había manifestado a Jacob como “el Dios omnipotente” (v.11a). Jacob no pudo hacer otra cosa que responder, rindiendo culto a Dios. Moisés dice que Jacob “derramó sobre ella libación, y echó sobre ella aceite” (v.14b). Cuando Dios se manifestó por primera vez a Jacob (en Bet-el), él respondió, derramando aceite sobre la piedra (Gén 28:18). En el AT, el aceite generalmente representa el Espíritu Santo, aunque no está claro si es eso lo que simboliza aquí.

De todos modos, en este momento Jacob vuelve a hacer lo que hizo la primera vez, sólo que ahora añade otro elemento a la adoración – una “libación”. Esa palabra se usa en la ley de Moisés para hablar de una ofrenda líquida que se ofrecía a Dios, como un elemento del culto a Jehová (Lev 23:37). Normalmente, la ofrenda de libación consistía de una cantidad de vino (Éx 29:40); aquí fue vino o agua. Lo importante no es el elemento que Jacob usó, sino lo que el acto simbolizó. Representó su adoración a Dios, y su agradecimiento por todo el cuidado que Dios le había brindado a lo largo de su vida, particularmente durante los años en Padan-Aram, en la casa de Labán.


Conclusión

Al terminar este estudio nos haría bien reflexionar sobre las bendiciones que hemos recibido de Dios. ¿Hemos analizado el contexto en el que Dios nos ha bendecido? ¿Hemos reflexionado sobre el contenido de esa bendición? ¿Hemos respondido correctamente a las bendiciones de Dios, rindiéndole el culto que Él merece? ¡Qué la vida de Jacob sea un ejemplo para nosotros!

2 comentarios:

  1. Muy interesante el comentario de este pasaje; ya que nos permite a muchos que le hemos servido al Señor reflejarnos en algunas experiencias ministeriales y personales en la que hemos pasado...
    Bendiciones del Altísimo.
    Pas. Ramón
    Cali ( Colombia )

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  2. Nuestra vida debe de ser para adorar a nuestro padre nuestro libertador.

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