jueves, 21 de julio de 2011

Génesis capitulo 41



Los sueños del Faraón.

Los magos y los sabios eran comunes en los palacios de los gobernadores antiguos. Entre sus tareas estaba estudiar las artes sagradas y las ciencias, leer las estrellas, interpretar los sueños, predecir el futuro y hacer magia. Tenían poder (véase Éxodo 7.11, 12), pero su poder era satánico. No pudieron interpretar el sueño de Faraón, pero Dios se lo reveló a José.

Nuestras oportunidades más importantes pueden llegar cuando menos las esperamos. Inmediatamente sacaron a José del calabozo y lo arrojaron ante Faraón. ¿Tuvo tiempo de prepararse? Sí y no. No le habían advertido que lo sacarían repentinamente de la prisión ni que el rey lo interrogaría. Sin embargo, José estaba listo casi para cualquier cosa por su correcta relación con Dios. No era el conocimiento que tenía José acerca de los sueños lo que lo ayudó a interpretar su significado. Era el conocimiento de Dios. Prepárese para cuando se le presenten oportunidades aprendiendo más de Dios. Así estará en condiciones de clamar a Él cuando sea necesario.

José le dio todo el mérito a Dios. Nosotros debemos procurar hacer lo mismo. Tomarnos la gloria es robar lo que pertenece a Dios. No se quede callado cuando usted sabe que debe estar dando la gloria y el crédito a Dios.

Después de interpretar el sueño de Faraón, José ofreció al rey un plan de supervivencia para los siguientes catorce años. La única manera de prevenir la hambruna era a través de un plan cuidadoso; sin un plan para combatir el hambre Egipto hubiera dejado de ser poderosa o se hubiera arruinado. A muchos les aburren o se les hacen innecesarios los planes detallados. Pero los creyentes deben reconocer que planear es una responsabilidad, no una opción. José pudo salvar una nación al traducir el plan que Dios tenía para Egipto en acciones prácticas (implementación). También nosotros debemos tomarnos el tiempo para traducir en acciones prácticas el plan que Dios tiene con nosotros.

Faraón reconoció que José era un hombre que poseía el espíritu de Dios. Usted probablemente no tendrá la oportunidad de interpretar sueños para un rey, pero los que lo conocen deben poder ver a Dios en usted, a través de sus palabras amables, actos de misericordia y consejos sabios. Sus parientes, vecinos y compañeros de trabajo ¿lo ven a usted como una persona en la que habita el Espíritu de Dios?

José llegó muy rápidamente a la cima, de las paredes de la prisión al palacio de Faraón. Su entrenamiento para esta importante posición incluyó ser esclavo primero y luego prisionero. En cada ocasión aprendió la importancia de servir a Dios y a los demás. Cualesquiera que sean sus circunstancias, por indeseable que sean, considérelas parte de su programa de entrenamiento para un futuro servicio a Dios.

Quizá Faraón procuraba que José fuera más aceptable a la cultura de Egipto al darle un nombre y una esposa egipcios. Probablemente quería (1) restar importancia al hecho de que José era un pastor nómada, profesión que los egipcios menospreciaban, (2) hacer que el nombre de José fuera más fácil de pronunciar y recordar y (3) demostrar el gran mérito que tenía al darle a la hija de un funcionario egipcio prominente.

José tenía treinta años cuando llegó a gobernador de Egipto. Era de diecisiete años cuando sus hermanos lo vendieron en esclavitud. Por lo tanto, había pasado once años como esclavo y dos en prisión.
El hambre era una catástrofe en los tiempos antiguos, como lo es en muchas partes del mundo hoy día. Se requerían condiciones perfectas para producir buenas cosechas, ya que no había fertilizantes químicos ni pesticidas. Cualquier variación en el balance delicado de la lluvia o los insectos podía hacer que se perdieran las cosechas y hubiera hambre porque la gente confiaba casi exclusivamente en sus propias cosechas. La falta de almacenamiento, refrigeración y transporte convertían una hambruna en una situación desesperada. El hambre para la que José preparó a Egipto fue descrita como «terrible». Sin la intervención de Dios, la nación egipcia se hubiera desmoronado.

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