jueves, 28 de julio de 2011

Génesis capitulo 50


Genesis 50

Sepultura de Jacob
Jacob fue embalsamado y sus huesos fueron trasladados a Canaán, a la cueva de Macpela, donde fue sepultado. El llanto genuino de los egipcios indica que fue realmente amado por ellos, siendo así testificado por los habitantes de Canaán.

Debido a que la muerte de Jacob produjo incertidumbre en los hermanos de Jose sobre la realidad del perdón que les fue manifestado por Jose, éste tuvo que ratificar a sus hermanos que lo ocurrido hacía ya muchos años fue algo proveniente de Dios, el dijo: Vosotros pensasteis hacerme mal, pero Dios lo tornó en bien.

La fe genuina es expresada aquí de forma notable por Jose: Él vio todo lo ocurrido como algo incidental o accidental, es decir, fuera del control de Dios, no sino que lo vio como algo llevado a cabo, paso a paso, por el Todopoderoso; a pesar de lo negro de la situaciones y de que cuando éstas ocurrieron no las podía entender, no obstante, pudo reconocer que era el Creador actuando en su vida; la fe no implica entender sino confiar, la fe tiene la sustancia de la confianza y la certeza, la convicción de “las cosas que nos se ven”, (Heb. 11:1); esto no quiere decir que la fe deba ser ciega ni contraria a la razón y a la lógica; pero la fe va más allá de la razón y de la lógica, es decir, la fe no está limitada por la razón, ni por la lógica, no es contraria a éstas, pero es mucho mayor que ellas. Yosef fue genuino al hablar de esta manera y esto demuestra quién era Yosef ¡Qué clase de persona era el!

Qué maravilloso es que un creyente viva con esa fe que es la fe que proviene de Dios. El Apóstol Pablo en su segunda carta a uno de sus discípulos ( 2ª Tim. 1:12) escribio: Por lo cual también sufro estas cosas, pero no me avergüenzo; porque yo sé en quién he creído, y estoy convencido de que es poderoso para guardar mi depósito hasta aquel día. Esto, es fe.
Finalmente Jose encargó a sus hermanos que cuando salieran de Egipto, de regreso a la Tierra Prometida, debían llevar sus huesos a esa tierra, en espera de la resurrección, convencido que Dios cumpliría su promesa. Finalmente, a 110 años de edad, murió y fue embalsamado, permaneciendo en un ataúd en Egipto.

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